sábado, 20 de abril de 2013

MUSIC IN MY SOUL

Thursday again (YAYY!), luego de un día estresante llega la clase, al menos para mí, más esperada, no tanto por el ramo en sí, sino por el tema de la clase, el cual en esta ocasión era: SONIDO CREATIVO. El tema de la clase en realidad no dice mucho de lo que esta tratará, pero sí teníamos una pista: Debíamos traer un instrumento musical para esta clase. Mi cabeza comienza a hacer los vínculos y conexiones, mis neuronas empiezan a saltar y comienzo a unir cosas in-unibles y llego a la siguiente conclusión: Instrumento musical -> Guitarra -> Tocar Guitarra -> Música ->Cantar (yayyyy!). Amo cantar y estaba feliz que en esa clase lo iba a hacer, pero bueno, como nunca es cien por ciento probable que ocurra lo que uno imagina, adivinen… NO OCURRIÓ (buu!)

 Volviendo a la realidad y dejando atrás el sueño de la clase perfecta. Entré a la clase con mi guitarra (bastante viejita, rota y además ajena, pero es igual de linda como suena) y como llegué relativamente tarde ya estaban como todos listo para empezar la clase. Había que poner los instrumentos que uno traía en el centro de la sala y luego ponerse alrededor de ellos haciendo el típico círculo que no parece círculo ni ninguna forma conocida, es como una masa extraña deforme. Tuvimos que observar, movernos cerca de los objetos y cada uno elegir el que más que gustaba (ya sea por la forma, porque no lo conoce, le gusta el sonido, nunca lo ha tocado, etc). Para la elección del instrumento utilicé el criterio de elegir el que siempre quise tocar, pero nunca había tenido uno para hacerlo, y basándome en eso es que elegí uno de los tres KULTRUNES (no sé si es plural de kultrún es kutruns o kultrunes).

Después de que todos ya elegimos nuestros instrumentos tuvimos que agruparnos según el tipo de instrumento que tuviéramos (viento, percusión, palos de agua, cuerdas, etc), es obvio que yo quedé en el grupo de percusión junto con los metalófonos, bombos, tambores, tormento, güiro. Se supone que debíamos ordenarnos, organizar y crear una pieza musical con los instrumentos elegidos. Bueno, ponernos de acuerdo que hacer fue super complicado porque nadie se atrevía a improvisar, además los instrumentos de percusión, exceptuando el metalófono, no tienen una nota definida, y si es que es definida es UNA sola nota, así que crear un melodía con eso era bastante difícil. Luego de mucho intento de hacer algo lindo se nos ocurrió la idea de improvisar, que cada uno tocara lo que quisiera, siempre que estuviera bien en el ritmo y el tiempo, lo genial de hacer eso es que uno sabe que nadie está haciendo algo perfecto y nadie se está equivocando.
Llega el momento de presentar la OBRA MAESTRA, fuimos el último grupo en presentar y estábamos derrotados, todos los grupos tenían un orden establecido y cada uno de los integrantes de estos sabían que hacer, como hacerlo y en qué momento… nosotros NO! Nosotros íbamos dispuestos a improvisar y esperar que de toda la presentación saliera algo lindo y homogéneo, y pasó, pero fue un ORDEN CAÓTICAMENTE ARMONIOSO: Cada uno tocaba sin saber lo que estaba haciendo y tratándole de poner el mayor empeño, pero con las miradas y gestos nos comunicamos para poder saber que debíamos hacer.

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